Una de las tantas liebres que vimos, pero la única que se presentó a tiro razonable de mi Yildiz calibre 20, que buena escopeta resultó, aproximadamente cincuenta metros con un cañon largo impactante, debí saltar el alambrado y caminar sobre un fino colchón de molienda de soja, para traer un apreciable macho, que hizo sentir su peso en la bolsa del chaleco de Juan.
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